El mundo cabe en un paquete de fideos. ¿Capelli d'angelo o todos somos Vicentín?
Corría el mes de Junio de 2020 y en la Argentina se enciende un fervor patriótico en defensa de una empresa productora. Miles de familias salen a defender los intereses de los privados quienes habían contraído deuda con el Estado que los quería expropiar, la Argentina productiva desarrollaba la que sería la primera, pero no la última, batalla contra el gobierno de Alberto Fernández, el resto del país expectante a la reacción del nuevo gobierno al segundo embate de la gestión (el primero fue el covid 19). En medio de este chovinismo sojero se podía ver la empatía entre las poblaciones con una de las empresas que tenían como referente para dar nacimiento al TODOS SOMOS VICENTÍN.
Cuatro años después, en un supermercado de Recoleta, me freno a tomar la foto de algo que parecía ser un paquete de fideos pero era un carnaval carioca semiótico. Se trata de un paquete de fideos de la marca Cuisine&Co y otro paquete o paqueta dirá Oh la la, debe ser una de las marcas francesas que están entrando al país para que los fideos secos sean más baratos y las empresas locales, al decir del vocero presidencial Adorni, tengan que competir por precio. Y… algo de eso había, lo que no había era ni una gota de identidad Gala ya que se trata de una marca blanca propiedad de la empresa chilena Cencosud, al parecer una marca chilena con acento francés, hasta acá tiene sentido. Debajo del intento de marca francesa viene algo peor, en lugar de decir “fideos cabello de ángel” se decidió poner “Capelli d'angelo” entonces uno se pregunta ¿Ma come? ¿Esto es una marca italiana que exporta fideos? Tampoco. Porque el resto del pac está en español. Pero por suerte hay un genio del mal, este que describe el diseñador Victor Papanek en el inicio de su libro Diseñar Para el Mundo Real:
“Hay profesiones que son más dañinas que el diseño industrial, pero muy pocas. Y posiblemente sólo haya una profesión que sea más insincera. El diseño publicitario”
El diseño gráfico cumplió su sentencia y desarrollo para este proyecto, cuyo fin es ser barato y competitivo, un packaging tricolor, rojo, verde y blanco que parece sacado de la foto que ilustra el texto “la retórica de la imagen” de Roland Barthes, sin una coma corrida de lugar. Un texto de iniciación para cualquiera que se haya formado en diseño en la academia, aborda la idea de un mensaje metalingüístico y la idea de “italianidad” cayendo en todos los estereotipos posibles, en los que no cayeron marcas italianas como Barilla, De Cecco o Garófalo porque no necesitan construir un disfraz de italianidad, porque la identidad construida es genuina. El resultado para estos Capelli d'angelo es barato en todo el sentido de la palabra (eso hay que reconocerlo), lo que no es, es italiano, ni francés, ni chileno, ni argentino es un Frankestein semiótico.
A este metamensaje se le suma otro que es el de camuflar un producto para que parezca un “importado italiano que amplía la posibilidad de elegir por precio” cuando en realidad está allí como un mojón más de un proyecto que buscar erradicar la producción local, la de esas fábricas de fideos que estén en Santa Fe, Córdoba, provincia de Buenos Aires. De los vicentines que están por toda la Argentina generando empleo local de calidad, el empleo industrial. La de las empresas que según los críticos de la gestión anterior “cazaban en el zoológico”. ¿Recuerdan los argentinos cómo les iba a los obreros industriales cuando en la década del 90 los indemnizaron y se hacían remiseros o se ponían un kiosko? la respuesta nos la da el brillante Eric Hobsbawm en la introducción de su libro Historia del Siglo XX:
“La destrucción del pasado, o más bien de los mecanismos sociales que vinculan la experiencia contemporánea del individuo con la de generaciones anteriores, es uno de los fenómenos más característicos y extraños de las postrimerías del siglo XX. En su mayor parte, los jóvenes, hombres y mujeres, de este final de siglo crecen en una suerte de presente permanente sin relación orgánica alguna con el pasado del tiempo en el que viven. ”
Tal vez nuestro presente destruye su pasado. Lo que no pudo evidentemente es generar un diseño honesto para un producto deshonesto.